EN EL KINE 24, DEL JUEGO DE LA OCA AL JUEGO DEL CALAMAR
CUADRO 1.- En los últimos días la plataforma de streaming Netflix nos muestra la serie de televisión Sudcoreana El juego del calamar (오징어 게임) estrenada el 17 de septiembre de 2021 como todo un fenómeno; se ha convertido en un éxito tan multitudinario e internacional que la propia plataforma no da crédito. Ted Sarandos reconoció recientemente que "No lo vimos venir en lo referente a su popularidad global", y lo cierto es que va camino de convertirse en una de las series más vistas de la plataforma sin partir con nada a su favor: origen asiático sin actores ni equipo conocidos en Occidente, no pertenece a una franquicia famosa y la maquinaria promocional de Netflix no la ha apoyado especialmente (por ejemplo, la prensa no tuvo acceso a screeners anticipados a su estreno).
CUADRO 2.- La serie narra la historia de un grupo de personas en riesgo de exclusión que arriesgan sus vidas en una misteriosa competición de supervivencia, basada en juegos infantiles, con un premio de 45 600 millones de wones.
CUADRO 3.- Sin embargo, la propagación de su fama, exclusivamente a través del efecto del boca a boca, tiene unos motivos muy claros. El magnetismo que desprende en lo argumental y lo visual cuaja en una serie adictiva, que rebosa momentos antológicos, imágenes icónicas y material perfecto para memes en cada plano. Estas son algunas de las claves que han convertido la serie en un fenómeno mundial.
CUADRO 4.- El argumento de 'El juego del calamar' es tan elemental como enigmático: un grupo de personas con graves problemas económicos acceden a participar en un juego que hará millonario a uno de ellos. Solo tendrán que sobrevivir a seis pruebas inspiradas en juegos infantiles de origen coreano pero que todos conocemos, como el icónico 'Escondite inglés' con el que se inaugura la masacre. Para los espectadores, tan sencillo de entender como de comunicar... y propagar a través de internet.
CUADRO 5.- Lo que no les cuentan de entrada, aunque el espectador ya lo sospecha, es que si te eliminan del juego lo hacen también de la vida. Ya no se salda la deuda con una simple bofetada, sino con algo mayor. Con esta premisa, El juego del calamar es otra historia de gente encerrada que debe lograr sobrevivir, pero consigue llamar la atención por su formalismo particular y te mantiene por lo que vas descubriendo de los jugadores y del propio mecanismo. Este tipo de terror es muy típico del cine y la seriefilia asiática —en esta ocasión el título es coreano— y aquí se aprovecha muy bien en los primeros episodios.
CUADRO 6.- La presentación se hace detallando la vida del jugador protagonista, con un montaje y un ritmo que puede hacerse algo lento, pero que, si interesa, después te dejará queriendo más. Es rara —o rara para los estándares occidentales— y da bastantes vueltas hasta presentar la premisa, pero lo combina con múltiples toques de humor y una estética personal y vistosa que en ocasiones llega a parecer un cuadro de Escher. Recomiendo que más allá de esto no se busquen más detalles del argumento, pues así resultará más fresca e interesante y sorprenderá más; también recomiendo no encariñarse especialmente con nada de lo que se ve. El juego del calamar apuesta por un punto entre cafre y cruel que debe disfrutarse de ambas maneras y dejar que te lleve por donde la serie quiera. Eso sí, no es para estómagos sensibles.
CUADRO 7.- A quién no le va a gustar una saga de torturas sistemáticas y alambicadas. La saga 'Saw' ha pasado de ser una franquicia de thrillers donde el peso estaba en el sufrimiento y la tortura que padecían las víctimas de un psicópata peligroso a una sucesión de aparatosos ingenios de muerte mayestática, cada vez más sofisticados y simbólicos. Algo de eso heredan los juegos infantiles transformados en aparatos de ejecución de 'El juego del calamar': su talante casi moral, lo innecesariamente aparatoso de su funcionamiento y el conocimiento por parte de los responsables de la serie de que son el auténtico atractivo del producto.
CUADRO 8.- No acaban ahí los paralelismos. También recuerdan a la saga de Jigsaw lo anónimo de los torturadores, que hablan con máquinas que deforman la voz y llevan máscaras, la sensación de que las víctimas están en las pruebas para purgar pecados que cometieron en su vida "normal" y la idea de un juego letal, que no por mortífero deja de tener resortes propios de un inocuo entretenimiento infantil.
CUADRO 9.- “Los Juegos del Hambre” es el otro referente claro de la serie, empatado con 'Battle Royale'. No solo por la presentación de una competición letal en la que los concursantes se juegan algo más que un diploma, sino por el tono levemente distópico de la historia. La serie no transcurre en el futuro, pero la estética recargada, los ademanes totalitarios, la estructura cuadriculada de las pruebas recuerdan a las mejores distopías. No hay componentes de ciencia-ficción en 'El juego del calamar', pero cada vez que los concursantes son paseados por las instalaciones para acudir a una nueva prueba, el detector de distopías de cualquier espectador se vuelve loco.
CUADRO 10.- Uno de los primeros impactos que ofrece la serie es el plano de los pasillos que comunican a los participantes con la primera prueba: unas escaleras aparentemente infinitas donde todos parecen moverse en distintas direcciones. Es inevitable acordarse de los trampantojos de MC Escher en obras como su 'Relativity'. Toda la serie brilla al mismo nivel: de la estética de las pruebas (entre lo infantil y lo perverso) a algunos montajes que ponen con relación a todos los personajes (por ejemplo, con los concursantes siguiendo el mismo ritual de subir a un coche en solitario cuando deciden volver al concurso), pasando por abundantes planos generales simétricos o desde perspectivas insólitas. En lo visual, la serie sorprende continuamente.
CUADRO 11.- De fondo, la crítica. ¿De dónde viene todo lo que vemos? El juego está organizado por un grupo de millonarios que disfrutan viendo unas olimpiadas sangrientas y los jugadores son solo carne de cañón para su entretenimiento. Pero hay algo más: alguien gestiona esto, compra chándales a juego para los 456 desgraciados o les prepara la comida. Todo lo que vemos es posible porque mucha gente que solo está un poco mejor que los concursantes trabaja en el proyecto. Al final, todo el mundo depende de unos pocos señores que lo gozan con nosotros como si fuéramos hámsteres. Reconozco que este tipo de lecciones me parecen un poco maniqueas y suelo prescindir de ellas bastante, pero en esta ocasión hay una intención de reventar el discurso superficial que, aunque no creo que vaya a tener lecciones morales profundas, sí puede resultar divertido. Aquí hemos venido a ver el mundo arder.
CUADRO 12.- Si 'El juego del calamar' fuera una serie occidental, ya sabes qué estructura tendría: los personajes entran en el concurso y conocemos lo que los ha llevado allí a través de pesadísimos flashbacks que no nos interesan demasiado. Pero aquí el giro llega pronto: los personajes, de los que aún no sabemos nada, votan abandonar el concurso... y lo consiguen. Es a través de esa breve permanencia en el exterior donde no solo conocemos la historia de cada uno de una forma distinta a la narrativa habitual de las series, manteniendo el interés, sino que además entendemos los motivos por los que no intentan escapar de un entorno tan peligroso.
CUADRO 13.- ¿Qué eres capaz de hacer por dinero? O peor aún, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar con el objetivo de saldar una deuda impagable? Esas son las preguntas que se hace el colectivo de protagonistas de El juego de calamar.
CUADRO 14.- La historia comienza con Seong Gi-Hu (Lee Jung- jae), un hombre atrapado en una deteriorada realidad económica. Sus negocios nunca prosperaron, su vida laboral quedó reducida a empleos mediocres y las deudas comenzaron a arrinconarlo. Constantemente, el personaje busca una salida fácil a esa situación, principalmente a través de carreras de caballos o juegos de azar. Claro que como es de esperar esos caminos solo le sirven para perder el poco dinero que le queda. Seong no tiene demasiadas expectativas, pero un encuentro fortuito cambiará su destino.
CUADRO 15.- He aquí la principal premisa, tanto Seong Gi-Hu, como el resto de los protagonistas, son seres despreciables, defraudadores, criminales, flojos, parias, y todos son culpables de su propio destino.
CUADRO 16.- El juego del calamar es la continuación de una serie de ficciones coreanas, que salieron a la conquista del mundo. En esa misma línea se puede ubicar a Parasite, la galardonada película de Bong Joon- ho, que, en tono de comedia negra, denunciaba la creciente desigualdad social que anidaba en esa sociedad, una temática que también caló muy profundo en el resto del mundo y fue consagrada con varios Oscar. Pero Bong no necesitaba ponerse solemne para reflexionar sobre esa situación, sino que utilizaba el cine como impulsor del relato, sin someter la forma al discurso. Y algo de eso sucede con El juego del calamar, otra ficción coreana que bajo el manto de un violento thriller, hace foco en un grupo de personajes atravesados por la desigualdad y la falta de oportunidades.
CUADRO 17.- Pero en la serie, todos venden la idea de que todos somos iguales, todos tenemos la misma oportunidad de ganar el premio mayor, ovejas al matadero.
Cuadro 18.- Caso especial merecen las protagonistas mujeres, que orwelianamente no son tan iguales, y deben luchar para ser aceptadas en los equipos, incluso en el juego de las canicas, nadie las quiere de parejas. En un juego de supervivencia, ¿no van primero las mujeres y los niños?
Cuadro 19.- Pero si analizamos su estética, ese es su gran valor, a fin de cuentas: cuando tontea con el terror o con la fantasía, la serie lo hace transformando la estética de las imágenes. Cuando hay en juego subtramas que implican gore y salvajismo violento, las imágenes son insoportablemente impactantes. Las muertes se cuentan literalmente por cientos (y las vemos todas) y hasta la comedia satírica con la que flirtea es cualquier cosa salvo tímida.
CUADRO 20.- La violencia es tal en ‘El juego del calamar’ que obnubila los sentidos. Es brutal hasta decir basta, no hay descanso ni para nosotros ni para los participantes. La sangre corre sin tregua. La violencia física es esperada, pero no la psicológica, que es un factor clave a la hora de ver que hay mucho más de lo que creíamos en estos juegos infantiles que ya nunca más te parecerán inofensivos. Escoger compañero es decisivo, y será entonces cuando salgan a relucir prejuicios, estratagemas y las verdaderas caras de nuestros protagonistas.
CUADRO 21.- Una serie llena de enmascarados que ocultan su rostro para evitar represalias mientras se anula cualquier ápice de humanidad que pueda extraerse de su mirada. Las normas del juego son claras, la igualdad de oportunidades lo rige todo, o eso nos venden para poder dormir por las noches.
CUADRO 22.- La puesta en escena es tormentosa, llena de grises, asfalto, decadencia y humedades mientras estamos en el ‘mundo real’, y colorido, muy a lo Willy Wonka y Joker, si, ambas cosas mezcladas, con lo que eso supone de locura oculta tras una fachada de supuesta alegría y reminiscencias a tiempos pasados, que siempre fueron mejores.
CUADRO 23.- Las deudas, de todo tipo, desde por facturas médicas hasta por ludopatía se hilan y dan forma a un fondo muy oscuro, del que no hay salida posible. Lo que más miedo da de ‘El juego del calamar’ no es que seres humanos se entretengan matando a otros por diversión o dinero, eso lo vemos todos los días y ya no nos asombra ni nos parece extraño, lo cual, si te paras a pensarlo, dice mucho de nosotros como sociedad. Lo que más miedo da es ver como la vida pasa fuera de ese recinto sin darnos la sensación de extrañeza o añoranza por la desaparición de más de cuatrocientas personas que al encontrarse en la más profunda de las miserias parecen no importar a un sistema que nos engulle a diario.
CUADRO 24.- Y tú, ¿sigues teniendo fe en la humanidad?
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