Y que se nos acaba de nuevo la Historia
por Víctor M. Barragán
marzo del '25
I
Platicaba hace unos días, estimades lectores, con mi carnal "El Budún" sobre las fuerzas de choque trumpistas, esas bandas armadas supremacistas y fascistas que en su momento asaltaron el Capitolio y que se organizaron en caravanas hacia Texas para echar una mano y evitar la “invasión” de inmigrantes.
Pero cómo entender la aceptación casi generalizada de estas fuerzas de choque: Coincidimos mi carnal "El Budún" y yo que el trumpismo se levanta sobre la decrepitud y la crisis del sistema político, cultural y económico estadounidense, sobre una deslegitimación de las formas de dominación de la democracia burguesa que hasta hace no tanto funcionaban. Sobre el ascenso de la pobreza y la desesperación. Sobre la ruina de las capas medias que hace unas décadas eran el buque insignia de la prosperidad capitalista. Sobre esas juventudes que producen y consumen su propio fentanilo. Sobre la aristocracia obrera precarizada y que no llega a fin de mes. Sobre la pequeña burguesía golpeada y descolocada, que no ve futuro. Sobre la rabia de los estadounidenses de no poder volver a los buenos tiempos y el orgullo herido de una potencia en decadencia.
En 1848 Marx y Engels comenzaban el "Manifiesto Comunista" diciendo que un fantasma recorría Europa. Este fantasma, que se colaba por todas partes y se convertía en acusación común del poder ante cualquier acción de oposición al orden establecido, era el comunismo. Todo enemigo del poder se convertía en un "comunista". El "Manifiesto Comunista" quería ser una declaración abierta y carta de presentación de este nuevo movimiento internacional en una Europa que se abocaba a unos procesos revolucionarios que se extendieron por gran parte del viejo continente. Hoy también necesitamos fantasmas que recorran no sólo Europa sino el mundo entero, y asusten a los poderes salvajes que nos dominan cada vez más tiránicamente.
Pero contrario a lo deseado, hoy en día un "espectro" (casí un Voldemort) recorre el Mundo. Este horrible fenómeno ha aparecido de repente, como por arte de magia negra, conjurado desde la más oscura fosa del infierno por un malévolo demonio, para asolar y atormentar a las buenas gentes de la Tierra, perturbar su descanso y sus peores pesadillas. Lo peor de este fenómeno es precisamente que nadie parece capaz de explicarlo. Se presenta como una fuerza de la naturaleza aparentemente imparable, que arrasa con todo. En un espacio de tiempo asombrosamente corto, ha logrado hacerse con el control del país "más rico y poderoso de la Tierra".
Todas las fuerzas combinadas de los grandes y los buenos, todes los defensores de las aduanas abiertas, todes se han unido para derrotar a este monstruo de iniquidad.
Pero todes han fracasado.
El nombre de este espectro es donald j trump.
II
Desde finales del siglo pasado existe una tesis muy general acerca de la historia contemporánea, la cual era, hasta hace unos meses, proclamada con orgullo por las sociedades modernas ricas de occidente, según la cual la historia convergió hacia un ideal de democracia liberal y de mercados libres que son la materialización definitiva de la libertad humana.
Dicha tesis, según "El Budún", es la tendencia a leer la historia del siglo XX como una batalla en donde se gestó la lucha de la democracia en contra del fascismo y el comunismo. Pero ahora en pleno siglo XXI se nos aparece una especie de enorme paréntesis, en donde la democracia liberal después de ser objeto de la acción conjugada de los totalitarismos, salió avante y se impuso a todas las culturas y miradas distintas.
El fin de la Historia de Fukuyama es una idea que hace referencia a cómo, tras la victoria de un modelo ideológico en lo económico y en lo político, era cuestión de tiempo que todo el mundo lo acabara adoptando. Las ideologías, según él, habían sido el principal motor de conflicto y quedando reducidas a solo una ya no tenía por qué seguir habiendo otras.
Estoy seguro que no se trata de una conclusión pesimista, pero no estamos mejor, en un mundo global en el que se niega a la gente el derecho de ejercitar su capacidad de pensamiento libre y libre actuación, de controlar su propio trabajo en asociación voluntaria con otros, y al que, además, se le privan derechos que están arraigados en su naturaleza básica.
III
Si bien es cierto e indiscutible el éxito globalizador de los mercados financieros, gracias a las comunicaciones, a la red mundial de la Internet, a la robótica y a la matrix de la IA, también es cierto que dicha realidad virtual no tiene nada que hacer frente al humanismo. La globalización sólo englobó a los globalizadores (como aquella verdad universal de que todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros) por lo qué la mundialización estableció su propio némesis, y a su vez, alimentó el motor de la historia.
A Fukoyama le faltó conocer a los muchaches del ‘68, los del otoño en Latinoamérica, a los que buscan apasionados y convencidos las respuestas a sus sueños de libertad y justicia. Omitío por completo al mundo no occidental, y su tésis, si es que lo fue, se quebró bajo su propio peso.
IV
La integración de las sociedades, querides lectores, no es un fenómeno que se haya iniciado con la globalidad imperante, más bien la antecede y de hecho la explica, si bien regionalmente. Con la caída del Muro de Berlín, el capitalismo bramó una realidad mundial pendiente de 3 hilos.
En efecto, según "El Budún" el sentido del desarrollo humano en la segunda mitad del Siglo XX abarca una crítica al orden establecido, derivando en un clima de condena a los rasgos fundamentales de toda civilización. He aquí lo que da origen a los rasgos depredadores del planeta; son los tiempos de la "Postmodernidad", esa condición reflexiva y pensante sobre la experiencia de la época moderna. La ideología del Occidente, con todo y su enorme fuerza, no bastó para que ignoremos los pecados de sus élites, fundamentalmente la larga historia de explotación del planeta y de las otras ideologías, así como la de sus propias sociedades. Los ataques de Occidente a los pueblos no occidentales, nos invitan a reflexionar seriamente en las posibilidades de un horizonte local y multicultural, inestable paradoja que permea al materialismo histórico. Gracias a esta situación es posible encontrar hoy actitudes muy dispuestas a entender y aprender de visiones y culturas diversas, tanto actuales como del pasado.
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